31/12/08

¿QUÉ LES PASA A LOS HOMBRES?

CRÓNICAS DE UNA BAÑERA

Le invité a que pasara. Todo estaba preparado: llené la bañera con agua muy caliente e hice que el jabón creara espuma suficiente para que pareciera una manta en la bañera. Apagué las luces y encendí las velas que tantas ganas tenía de usar. Ese olor era como un afrodisiaco…

-Tu primero- le dije con dulzura.

Comenzó a desnudarse y yo por evitarle me excusé yendo a buscar unas copas de vino.
Cuando entre él ya estaba metido dentro, recostado en el extremo de la bañera y con sus fuertes brazos saliendo de ella, me divertía su cara de alucinación, pero no decía nada. Me comencé a desvestir mostrándole poco a poco cada rincón de mi ya excitado cuerpo.

Introduje un pie en el agua y después el otro; comencé a mojarme lentamente mi cálido cuerpo: las piernas, el vientre, los pechos, el cuello, la boca (todas aquellas partes de mi cuerpo que siempre me acariciaba y lamía cuando follábamos (y tanto me gustaba).

Toda mojada le invité a que me humedeciera, si más hacía falta:

-Mójame ahora tú- Y él, como cual niño obediente acercó su robusta y cálida mano a mi muslo mojado y comenzó a deslizarla hacia mis ingles hasta encontrar mi clítoris. –Pero si ya estás mojada- me dijo con una pequeña e irónica sonrisa. Él, entonces, mojó su mano en el agua y continuó acariciándome el clítoris: él ya sabía cuál era el vaivén que más me gustaba y poco tardó en darse cuenta de lo excitada que estaba.

-Ahh…Ah…-gemía. Ésa situación, mi posición de entrega a él me perturbaba y haría que me corriese en cualquier momento.

Él no decía nada, tenía la cara seria. ¿Qué le pasaba? Acaso estaba decepcionado de que me corriera tan rápido?

Me caí en el agua del placer, con mi respiración agitada. Quería devolverle el placer pero, al acercarme, me cogió bruscamente de la cintura y me dio la vuelta. ¿Qué me pasaba ahora? Yo era la que quería jugar con él, y llevar las riendas de esa situación que yo había creado; pero ahora era él el que me dominaba.

Estaba cara al grifo de la bañera, de cuatro patas y agarrándome del grifo para no desvanecerme de la excitación. Me comía el coño por detrás, deslizaba su lengua por aquella parte de mi cuerpo que tan caliente estaba. Me agarraba el culo con fuerza.


-Para… me acabo de correr…-le dije con tono suplicante. Mi cara estaba ruborizada.

-Jajaja, vas a hacer que me divierta más?- me contesto burlón.

Su lengua, cada vez más rápida y enérgica me hizo alcanzar tal placer que mis piernas comenzaron a temblar; retorciéndome cual una gata, me estremecía de placer. Le supliqué que parara y las piernas me fallaban.

Me desfallecí gritando su nombre… El orgasmo era tan intenso que ahora era todo mi cuerpo temblaba ¿Qué me pasaba? Y yo estaba deseando comerle la polla… Y él lo sabía, pero no me dejó. Atento y siguiendo con su tarea me lamió el líquido con dulzura.

Sin dejarme descansar después de el último orgasmo, me cogió rápidamente del cuerpo como si fuera una débil muñeca de tela y me empujó hacía el lavabo. Me sentía ofendida, ahora era una niña sumisa y él no iba a dejarme parar.

Apoyada con los brazos en el lavabo (como pude sujetarme después de que me empujara) cogió su polla, su enorme y preciosa polla que tanto me gustaba, y me la metió de un golpe.

-Ahh!! Bestia.

-¿Qué pasa?¿No te gusta?

-Quita.

-Cállate- Ordenó mientras me tapaba la boca con la mano derecha, mientras que con la otra mano, me agarraba las tetas. Y allí estaba yo, follándome de tal manera que hasta me dolía, sin poder quejarme, y chorreando de lo mojada que estaba.

No sé si era eso realmente lo que quería, el caso es que de numerosos quejidos, de mi boca empezaron a salir gemidos.

-No pares- era lo que más repetía- fóllame.

Las embestidas se sucedieron cada vez más fuertes, disminuyó el ritmo en varias ocasiones y al retomarlo, mi coño cada vez más lubricado aceptaba mejor sus empujones. Me abandoné a la suerte que tenías preparada para mí, opté por relajar mis músculos y disfrutar de la follada que me estabas regalando, me corrí (otra vez) con un orgasmo tan intenso que perdí la visión por unos momentos.

-Esto no ha acabado cariño- me dijo. De una embestida cambiamos de posición. Ahora estaba sobre él, con las piernas muy abiertas. Me quede mirándole anonadada.-Te voy a meter la follada del año.

Yo me dejé hacer, mis fuerzas, cada vez más débiles, eran inútiles. Ahora que era él quien me movía de arriba abajo, sacudiéndome con fuerza. Yo abría mis piernas todo lo que podía, y levantaba la pelvis rogándole que siguiera follándome.

Ya había perdido la cuenta de los múltiples orgasmos que me hizo tener cuando, me sacó su enorme polla. Me la metió en la boca, satisfaciendo a si mis deseos de comérsela. Se corrió en mi boca, fue tal corrida que parte del líquido se derramó de mi boca. Con dulzura, lamí el resto.

-Siento haber cambiado tus planes, pero alguien como tu se merecía el mejor regalo de Navidad.- Me susurró dulcemente mientras nos relajábamos, por fin, en la bañera.